El Festival del Cerro de San Pedro en un fiel reflejo de lo que ocurre en ese histórico lugar: desorganización total. Qué flojera escuchar durante una hora el monólogo de un hippie domesticado por los años, gritando palabras altisonantes en contra de una minera que “ni lo ve ni lo oye” y entregado a lo que él mismo llamó una lucha perdida; es triste ver que al paso del tiempo los argumentos se han diluido junto con los sueños y tener el consuelo de haber luchado por lo que califican como un ideal, pero con resultados estériles ¿Qué le dirá este hombre a sus hijos? Lo intenté, pero fracasé. Nada más alejado de la impecabilidad de don Juan, fue entonces cuando decidí abandonar la sala y renunciar al reconocimiento que se me daría por un cuento que no merece tal. Si para llevarme un papel a mi casa debo soportar a otros tres tipos como ése, prefiero irme como llegué, que para escuchar tonterías y justificaciones al fracaso no necesito ir al Cerro de San Pedro.
El Festival del Cerro de San Pedro en un fiel reflejo de lo que ocurre en ese histórico lugar: desorganización total. Qué flojera escuchar durante una hora el monólogo de un hippie domesticado por los años, gritando palabras altisonantes en contra de una minera que “ni lo ve ni lo oye” y entregado a lo que él mismo llamó una lucha perdida; es triste ver que al paso del tiempo los argumentos se han diluido junto con los sueños y tener el consuelo de haber luchado por lo que califican como un ideal, pero con resultados estériles ¿Qué le dirá este hombre a sus hijos? Lo intenté, pero fracasé. Nada más alejado de la impecabilidad de don Juan, fue entonces cuando decidí abandonar la sala y renunciar al reconocimiento que se me daría por un cuento que no merece tal. Si para llevarme un papel a mi casa debo soportar a otros tres tipos como ése, prefiero irme como llegué, que para escuchar tonterías y justificaciones al fracaso no necesito ir al Cerro de San Pedro.
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